sábado, 13 de septiembre de 2008

.El otro.


Cuando le preguntan la razón de tanto éxito, él responde que hasta unos días antes había estado viviendo el Otro.

— ¿Qué es el Otro? —preguntan.

— El Otro es aquel que me enseñaron a ser, pero que no soy yo. El Otro cree que la obligación del hombre es pasar la vida entera pensando en cómo reunir dinero para no morir de hambre al llegar a viejo. Tanto piensa, y tanto planifica, que sólo descubre que está vivo cuando sus días en la tierra están a punto de terminar. Pero entonces ya es demasiado tarde.

— Y tú ¿quién eres?

— Yo soy lo que es cualquiera de nosotros, si escucha su corazón. Una persona que se deslumbra ante el misterio de la vida, que está abierta a los milagros, que siente alegría y entusiasmo par lo que hace. Sólo que el Otro, temiendo desilusionarse, no me dejaba actuar.

— Pero existe el sufrimiento—dicen las personas del bar.

— Existen derrotas. Pero nadie está a salvo de ellas. Por eso, es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños que ser derrotado sin siquiera saber por qué se está luchando.

— ¿Sólo esa? —preguntan las personas del bar.

—Sí. Cuando descubrí eso, decidí ser lo que realmente siempre deseé. El Otro se quedó allí, en mi habitación, mirándome, pero no lo dejé entrar nunca más, aunque algunas veces intentó asustarme, alertándome de los riesgos de no pensar en el futuro.

»Desde el momento en que expulsé al Otro de mi vida, la energía divina obró sus milagros. (Coelho)